En otras publicaciones ya escribimos sobre las distintas formas existentes de manifestarse la ansiedad. En este caso, el trastorno de agorafobia también tiene relación con el trastorno de ansiedad.
La incidencia de la agorafobia (según el DSM-V, 2014) es de aproximadamente el 1.7% en adolescentes y adultos. La etapa vital en la que más suele darse el trastorno por agorafobia es en la adolescencia tardía y en la vida adulta temprana.
Características de la agorafobia
Este trastorno se caracteriza por la aparición de la ansiedad al encontrarse en situaciones en la que resulta muy difícil escapar o podría no disponer de ayuda si aparecieran los síntomas del trastorno de pánico.
Según el DSM-V, la agorafobia presenta los siguientes criterios diagnósticos:
- Aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso) o donde, en el caso de aparecer una crisis de angustia inesperada o más o menos relacionada con una situación, o bien síntomas similares a la angustia, puede no disponerse de ayuda.
- Estas situaciones se evitan (p. ej., se limita el número de viajes), se resisten a costa de un malestar o ansiedad significativos por temor a que aparezca una crisis de angustia o síntomas similares a la angustia, o se hace indispensable la presencia de un conocido para soportarlas.
Los temores agorafóbicos suelen estar relacionados con un conjunto de situaciones características, entre las que se incluyen:
- Estar solo fuera de casa.
- Mezclarse con la gente o hacer cola.
- Espacios abiertos.
- Sitios cerrados.
- Pasar por un puente,
- Viajar en autobús, tren o automóvil.
Funcionamiento de la agorafobia
La trampa de la ansiedad provoca que el individuo tema y evite estas situaciones debido a la «hipotética» idea de la dificultad para escapar si le ocurre algo o, tal vez, podría no disponer de ayuda si aparecen síntomas de la ansiedad, del pánico u otros síntomas incapacitantes o embarazosos. De ahí que, ese temor junto a la evitación, retroalimenten la agorafobia y se vuelva más complicada de combatir. En muchas ocasiones, los pacientes requieren la presencia de un acompañante para afrontar esas situaciones, lo cual produce una conducta dependiente para el futuro y se sigue evitando el conflicto a resolver.
En muchos casos, las personas que sufren un episodio de agorafobia, vuelven a experimentar el mismo cuadro después de tener uno o más ataques de pánico u otras manifestaciones de la ansiedad, lo que provoca, necesariamente, a preocuparse por si vuelve a tener otro ataque en el futuro.
Tratamiento para la agorafobia
El apoyo psicológico es la clave para superar este trastorno de ansiedad. En muchas ocasiones, el tratamiento se complementa con la pauta farmacológica que suele combinarse con el tratamiento psicológico y que favorece a la reducción de síntomas físicos y psicológicos, lo cual favorece el éxito terapéutico.
Existen muchas técnicas para combatir la agorafobia, pero sin duda la terapia cognitivo-conductual es la más idónea y eficaz. El profesional ofrecerá las herramientas para afrontar las situaciones que el paciente teme y evita ayudándole a trabajar la interpretación de las situaciones, el peligro subjetivo, la sensaciones desproporcionadas percibidas y el contexto sociocultural del paciente. Así mismo, el terapeuta proporcionará al paciente las técnicas necesarias para regular la ansiedad y las emociones con el fin de favorecer el trabajo terapéutico y la consecución de los objetivos.
Le atenderán en nuestro centro licenciados en Psicología y Máster en Psicología General Sanitaria.
Especializados en psicología de adultos e infantil. Intervención y tratamiento de la ansiedad, depresión, los trastornos de la personalidad, terapia de pareja, TOC, TDAH y trastornos del aprendizaje.